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domingo, 29 de agosto de 2010

La mujer Escorpio, El Especimen


Nadie tiene una opinión más alta de sí misma que la mujer Escorpio. Es un espíritu indómito que ni los detractores más vehementes pueden penetrar. Demasiado dueña de sí misma para luchar, Escorpio alcanza sus ambiciones acumulando seguidores que le allanan el camino, por no decir que le despliegan una alfombra roja. Rezuma encanto femenino y un egotismo no muy halagüeño en igual medida, invitando a los posibles candidatos a acercarse pero por su propia cuenta y riesgo. La indiscutible femme fatale del zodíaco se queda impasible ante los avances de un hombre y recurre a esa notable indiferencia como cebo para que trabaje aún más para atraer su atención. La Escorpio inventó el concepto de “difícil de conseguir” y es una experta en ganarse la psique de aquellos a los cuales desea con solo levantar el meñique. Es todo misterio con una eterna cara de póquer, que camela, desafía y tiene todas las cartas. Asume con toda naturalidad cierta superioridad con quienquiera que entre en contacto. Escorpio no puede evitar ver a un hombre en términos de lo que éste puede hacer por ella. Con esa idea, estudia a cada uno de los candidatos a su afecto, sopesando su potencial inherente como pareja, co progenitor y triunfador profesional. Quiere el paquete completo, y es cautelosa con los hombres y sus ambiciones, que considera mal concebidas. En una relación, procura sacar las mejores cualidades de un hombre, los lazos tienen una base más espiritual y sexual a la vez. Escorpio, sáfica por naturaleza, es de lo más romántica en las relaciones lésbicas, que siempre tienen un aire de romance de colegiala.

Cuerpo y alma

La mujer Escorpio tiene una expresión expectante, como si vigilara y esperara constantemente que sucediese algo o que llegara alguien. En una conversación, se anticipa a cada palabra de los demás, en ocasiones metiendo prisa con rápidos movimientos de cabeza y síes entre dientes, visiblemente molesta por la más ligera de las disgresiones. Muchas veces parece que escuchara a medias, como si estuviera pensando en otra cosa o aguardara el momento de intervenir con alguna de sus opiniones contundentes. Esta preocupación surge de la fuerza de la antena perceptiva de Escorpio, que siente la atmósfera de lo que se está diciendo y se ve obligada a leer entre líneas. Sin acabar de quedar nunca satisfecha con el valor nominal del discurso, escudriña en busca de indicios de subtexto, falsedades o engaño, y nota la tranquilidad o la falta de ésta en la voz o los modales de una persona. Como corresponde a su condición fija y de agua, la mujer Escorpio en como una radio de galena, que apunta directamente a las señales invisibles. Esto quizá sea responsable de su mirada tan a menudo inexpresiva; más que mirar parece escuchar en busca de claves sobre una persona, abierta a todas las frecuencias con su notable intuición de sintonía fina. Muchas veces parece traspasar con la mirada a una persona, y examinar en silencio otras interacciones prestando atención furtivamente a todas las idas y venidas aparentemente triviales. Cuando uno entra en una habitación, se encontrará con su mirada en el umbral. Si, en ese momento, tiene la suerte de resultarle interesante, sexualmente o de otra manera, ella se ocupará de no perderlo de vista. Con esa expresión inquisitiva, como si preguntara: “¿Nos conocemos?”, ejerce presión sobre un individuo con esos ojos entrecerrados y la silenciosa sonrisa de esfinge que señala que alguien ha despertado su curiosidad. No hay que olvidar que es la mujer araña original del zodíaco, y esta criatura seductora invita a los que considera moscas a entrar en su salón, pues el mundo en sí es la sala de estar de la Escorpio.
Hay pocas mujeres que se instalen más cómodamente en su entorno, sea cual sea, que la mujer Escorpio; y, a diferencia de su contrapartida masculina, que no para de ir de aquí para allá, ella profundiza de verdad en su ambiente. No es de las que van de fiesta en fiesta o de las que tienen más de un plan para determinado día; en realidad sólo abandona los cómodos confines de su universo doméstico su sabe que, una vez que llegue a su destino, habitualmente por el medio más rápido posible –coger un taxi para ir a un par de manzanas de distancia no es algo descabellado para ella-, puede aposentar su majestuoso trasero con toda comodidad y que la esperan. Tal como lo quiso el destino, la mujer Escorpio es tranquila por naturaleza: como un buen retrato cuyos ojos dan la impresión de seguirnos por la habitación, emite una calma glaciar (fija y de agua); incluso puede quedarse inmóvil cuando quiere. Su rostro es el de alguien en animación suspendida, por no decir en eterno suspenso. Quiere respuestas e induce a una persona, especialmente a un posible amante, a descubrirse; hasta los hombres más reservados se sorprenden desahogándose con una Escorpio. Es esa esfinge que pone a un tipo en una situación especialmente incómoda exigiéndole que se haga cargo de la conversación mientras ella se queda en silencio como una momia, tan impenetrable como corresponde a la Perséfone del zodíaco, siempre embelesada y ungida. Cuando se digna a hablar, es sucinta (por decirlo con suavidad), como si se reservara para sí misma buena parte de lo que, obviamente, piensa. Pero puede decir con menos palabras más que cualquier otro mortal del planeta, con frecuencia provocando en su interlocutor la sensación de haber recibido un mensaje subliminal más que de haber participado en una conversación educada. Esta misma capacidad es utilizada en beneficio propio por las Escorpio que trabajan con las palabras. Ya sean escritoras, poetisas o compositoras de canciones. Incluso las que son altas ejecutivas pueden emplear untuosas metáforas para describir una reunión del consejo de administración. Esta moradora del mundo subterráneo demuestra claramente hasta en las expresiones más banales que la poesía es, en efecto, el lenguaje del alma o, por lo menos, así nos llega traducido a nosotros, que somos en comparación, meros habitantes de la superficie.
Escorpio puede parecer fría y calculadora a otras mujeres, que podrían sentir que oculta algún aguijón secreto debajo de esa apariencia ártica que desarma. Debido a la regencia combinada del feroz Marte y el gélido Plutón, enmascara el ardor que pudiera tener bajo ese porte helado. Los hombres, que lo ignoran, farfullan cada vez más mientras ella muestra su media sonrisa de Monalisa, un rostro que los historiadores del arte hace mucho tiempo atribuyen a una mujer embarazada, expectante. Esta modelo icono del artista probablemente era una Escorpio, una fémina expectante fijada perpetuamente en el estado metafórico de tramar alguna cosa u otra. Con respecto al tema del embarazo en sí, Escorpio también tiende a tener el mayor instinto maternal del bloque astrológico. A pesar de esa fácil descripción que se hace de la Escorpio de ser una loca del sexo, raramente busca el sexo por el sexo en sí, sino que se mantiene a la espera de una pareja con la cual reproducirse. Mientras tanto, no le gusta estar sola, por lo que en lugar de ligar se embarca en relaciones fuertes, una detrás de otra. Pese a estar convencida de que ese hombre no es “el hombre de su vida”, prefiere, antes que encontrarlo, tenerlo como pasatiempo, o incluso como maridito, para ocupar su mente transformándolo a su imagen, masticarlo bien para escupirlo después. En este y en la mayoría de los escenarios de sus relaciones, Escorpio está convencida de que le hace un favor a un hombre estando con él, ya sea por un par de semanas o para toda la vida. Por muy vampírica que pueda parecer la escena, cualquier hombre con el que se una es, en cierto modo, suyo para siempre. Teniendo en cuenta la increíble marca que deja en los hombres con los que ha estado, todos ellos serán los primeros en estar de acuerdo.
[Sigue]

2 comentarios:

  1. es muy interesante i nunca me habia dado cuenta de todas esas cosas tan impresionantes que tiene el espacio aunque como solo tengo 10 años supongo que cuando sea mayor me dare un poco mas de cuenta muchas gracias por descubrirme el mundoa al espacio.

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