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lunes, 27 de septiembre de 2010

La Mujer Sagitario

La Experta

En el variado concurso de la vida, la mujer sagitario es la que más probabilidades tiene de salir con la corona. Como figura radiante y majestuosa, preside la experiencia con un aire de que se merece todo lo que desea. Para ella, el mundo es un sitio de abundancia donde puede alargar la mano y coger todo lo que imagina. La lucha es un anatema para la Sagitario: tiene la mirada fija en un premio en particular a la vez, percibe cuándo es la oportunidad adecuada, suelta veloz sus flechas de arquera con total precisión y da en el blanco de sus ambiciones de largo alcance, mientras se mantiene al margen del fragor de la batalla de la interacción humana. Parece la líder perfecta que lo tiene todo: cerebro, cuerpo, belleza y la capacidad de despertar tanta devoción en los demás como la que ella tiene por sus arcas. La riqueza, parecería, es su derecho personal de nacimiento. Un personaje intensamente glamoroso que no se limita a entrar a hurtadillas en las situaciones, sino que explota en escena. Aunuqe, a pesar de su resplandor característico, tiende a ser voluble y a albergar ansiedades emocionales y una baja autoestima. Con todo, el lema de la mujer Sagitario es “más, más, más”, tanto en su vida profesional como privada. No es una de esas que pueden vivir sólo de amor, y hace buena pareja con un hombre con el que compartir el auspicio de “pareja poderosa”. Le atraen las elegantes figuras paternas que le consienten sus típicas expectativas de cuento de hadas. A la inversa, en una relación lésbica, busca una mentora que la exponga a un mundo de conocimientos y amplias influencias culturales.

Cuerpo y alma

A la mujer Sagitario le encanta que la vean, es más, vive para ello. Con la majestuosa forma de entrar que tiene declara la osadía, no tanto esperando que todas las miradas se posen en ella, sino asegurándolo. Tiene una comprensión nata de la fuerza de la primera impresión y siempre está decidida a causar una gloriosa. Caminando despacio, con un aire a veces exageradamente despreocupado en una situación social, la entrada de Sagitario es anunciada por su voz, una fanfarria riente e intrínseca que pareciera que presagia la llegada de Hera al Olimpo. Y, como si se tratara de esa reina de los dioses elevada y poderosa, es imposible pasarla por alto, subestimarla o eclipsarla en modo alguno. Para ella, la vida es tanto pompa como circunstancia y vive cada día como si estuviera en una celebración, de la misma forma que espera que la celebren. Siempre y cuando disponga de atención y aprecio, es una figura radiante, optimista, que brilla con claridad, como si emanara luz desde dentro: el blanco de los ojos resplandece y la piel tiene lustre, con lo que emana salud y vitalidad por todos los poros de su ser escultural. No es una criatura encogida y sutil, sino imponente, eternamente comprometida con darle a la vida todo lo que le ha dado a ella. Como revelará una ojeada rápida a la lista de notables sagitarianas, el signo puede presumir de un grupo de damas gloriosas –Jane Austen, Louisa May Alcott, George Eliot, Willa Cather, emily Dickinson, Rita Mae Brown-, todas ellas mujeres que se las arreglaron para brillar pese a ls barreras sociales impuestas por el hombre y, con frecuencia literalmente, consiguieron sacar adelante sus historias. La fama mundial, contra todo pronóstico, se antoja un derecho nato inalienable de la mujer Sagitario. Como personificación del altivo aplomo de Hera, encarna la grandeza de la mujer demostrando que el llamado segundo sexo posee tantos, si no más, talentos sobrehumanos como el más elevado y poderoso de los hombres. No sorprende, pues, que la muchacha centauro no pueda evitar parecer una figura potente, a menudo descollante –literalmente a imagen de Juno-, de la misma forma que es un muy buen retrato de la belleza de una potra, o directamente de una yegua, como ilustra claramente el aspecto de las sagitarianas como Kim Bassinger, Daryl Hannah, Jane Fonda, Jamie Lee Curtis, Susan Dey, Tina Turner, Maria Callas, Cicely Tyson, Dionne Warwick, Dorothy Lamour, Liv Ullman, Lee Remick y Betty Grable. En efecto, ningún signo puede presumir de una lista tan notable de amazonas con glamour, una fila de auténticas diosas vivientes, representantes de la ultrafeminidad que parecen estar más allá del alcance de un mero mortal. Y eso es lo que le gusta: especialmente en su búsqueda de pareja, a Sagitario no le interesa atraer a nadie que sea menos que un icono exaltado de masculinidad, alguien al que considere por encima de los demás. Como una aspirante a reina adornada de toda su gloria resplandeciente, desfila ante miradas de admiración y se esfuerza mucho por su apariencia –ya que no es una criatura de sutilezas- a fin de proyectar una imagen de diva que deje parado a cualquier hombre que carezca de la confianza y el carisma necesarios para ser una pareja compatible.
Tener tanta previsión, además de haber nacido bajo el ilimitado poder del planeta Júpiter, le permite ver, más allá de los obstáculos, las metas a las que aspira, sexuales o de otro tipo. La cuestión, sin embargo, es que a veces llega demasiado lejos en su manera de presentarse y no siempre está a la altura del desafío emocional de cumplir con el papel de icono experto que pretende. El resultado: una especie de desconexión por medio de la cual, pese a que se acicala como una luminaria inalcanzable, al mismo tiempo se refugia en una personalidad de niña pequeña, un intento de protección contra las elevadas expectativas (sobre sí misma) que provoca en los demás. Los hombres interpretan tal dicotomía como un encanto sencillo del tipo la-chica-no-puede-evitarlo, mientras que las mujeres podrían tomar erróneamente ese candor risueño como otra flecha de su carcajada de manipulaciones en beneficio propio. En lo tocante a la pura apariencia, es posible que Sagitario también sea culpable en tratar de volar alto y presentarse como una chica triunfadora que quiere dejar atrás sus orígenes humildes o desvalidos, aunque nunca acabe del todo de escapar a las raíces más palurdas de su signo equino. Para decirlo con sencillez, se le puede ver el plumero cuando se “acicala” –es decir, cuando se viste para el espectáculo-, de manera tal que emita telegráficamente las metas a las que aspira. Si está decidida a ser consejera delegada del consejo de administración, por ejemplo, se pondrá la vestimenta más conservadora con el peinado más rígido y lleno de laca del planeta. Si quiere que la vean como un símbolo de la moda, irá como una réplica exacta de lo que publica el Vogue en las últimas páginas. De niña, como procura que la valoren de forma inherente, podría ser la participante consumada de un concurso de belleza infantil que le “ruega” a sus padres que la dejen intervenir, más que una de esas niñas empujada por ellos. Ansía deslumbrar y le atraen las lentejuelas brillantes, los estilos exagerados y los colores chillones. No es el signo representativo de lo “mejor” de la vida, sino de lo “más exagerado”. Si es nuevo y caro, Sagitario compra dos. Parece no tener nada de recato, por no decir ni una sola prenda tranquila en su armario. Es una diva abierta y decidida, aunque con frecuencia una diosa hortera, por muy endiosada que esté.

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