Hay una enorme cantidad de
información y de rumores acerca Walt Disney, el gran empresario de animación
cinematográfica y creador del ratón Mickey, el pato Donald, Pluto, Goofy y
otros populares personajes infantiles. Tal es así que, tranquilamente, podemos
afirmar que en paralelo a su historia oficial, hay una historia oculta, repleta
de misterios y preguntas difíciles de contestar; Desde que su cuerpo está
congelado en una cámara criogénica, hasta que dentro del parque de diversiones
que lleva su nombre se secuestran chicos para sacrificarlos en rituales
satánicos.
Más allá de todos estos
rumores, muchos de ellos prácticamente incomprobables, lo cierto es que Walt
Disney era un Mason grado 33 del rito escoces, y que esta verdad se refleja con
claridad no solo en casi todas sus películas clásicas, si no también en muchas
de las producciones actuales de la industria cinematográfica que lleva su
nombre.
Si ponemos atención a las
películas de Walt Disney, vamos a notar que siempre se promueven la magia, la
conexión con otros mundos mediante los hechizos, el viaje por los diferentes
planos mediante portales y espejos, y hasta la ahora tan promocionada ley de
atracción. Conceptos que se contraponen, que son opuestos a los valores y las
verdades de la iglesia cristiana, que si aún hoy reflejan los valores y la moral
norteamericana, lo hacían con muchísimo mas predominio en aquella época, durante
las décadas del treinta al cincuenta.
Curiosamente Walt Disney no
pretendía trasmitir estos valores, muy por el contrario, mostraba y muestra a
los niños un mundo pagano, plagado de información y de valores Luciferinos o
propios de la prédica Masónica.
Uno de los casos más claros es
la película Pinocho, basada en la obra del reconocido Mason Italiano Carlos
Collodi. No solo el muñeco es creado por un artesano o constructor, si no que además esta historia es una metáfora de la
Iniciación en la masonería:
Pinocho es representado como un muerto vivo,
un ser incompleto que vive una historia de sufrimientos y malas acciones que
tienen consecuencias vanas en su cuerpo (Cuando miente le crece la nariz y
luego las orejas de burro), representando así al ser humano común, esclavo e
ignorante de sus emociones, que lo dominan y lo rigen obligándolo a vivir una
vida de dolor, calamidad y sufrimiento espiritual y material. Es recién cuando
Pinocho es comido por la ballena, que representa la cámara de reflexiones masónica,
cuando decide disciplinarse y cambiar el modo de vida que tanto mal generaba,
para luego ser expulsado de esta como un ser renovado, consiente de su
condición de esclavo de las emociones. Finalmente
la historia termina cuando el nuevo Pinocho, que en el fondo de su ser quería
ser un “humano verdadero”, salva a su creador perdiendo la vida, para luego
resucitar como un niño de carne y hueso. Este acto de amor y consideración
hacia su creador o Maestre constructor es el paso final hacia la iniciación dentro
de la logia, es una muerte simbólica que lo transforma en un ser humano
realmente vivo, despierto, consciente del poder dual y dominante de las
emociones, o sea en un iniciado en la Masonería.
Alester Yodtetmem
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