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domingo, 24 de octubre de 2010

La mujer Capricornio

El signo de la restricción sexual

La durmiente
La mujer Capricornio es una exhibición de clase. Es la dama más discreta, menos llamativa; un personaje comedidamente elegante que se deja impresionar poco por cosas «externas» como la fama, las altas finanzas o el pedigrí familiar. El respeto hacia sí misma tiene una importancia primordial: le influyen poco las opiniones ajenas, y se centra en cultivar una calidad de vida que se distingue por el valor moral y la búsqueda del conocimiento espiritual. En este sentido, la reputación es fundamental, decidida como está a que la valoren como una persona profunda. La vida, tal como la ve, es un camino largo y difícil que requiere ritmo y una cuidadosa negociación. La mujer Capricornio no se arriesga frívolamente y tiene fama de ser resuelta, casi premeditada. La circunspección, sin embargo, es la clave de su éxito: nunca se aventura a lo que no está segura de conseguir, sino que da los típicos pasos pequeños y deliberados hacia el éxito, evitando los atajos que podrían aportarle un meteórico ascenso, tanto en lo profesional como en lo personal.
La Capricornio cree que nada de lo que vale la pena se consigue con facilidad: o sea, que no cae del cielo. Adopta una actitud similar hacia el amor y el sexo. Rara vez, por no decir nunca, se precipita en una relación, sino que deja, más bien, que los vínculos vayan floreciendo con el tiempo. Le gusta el hombre de inteligencia creativa y vida interior sólida, y apela a la necesidad de éste de una relación de larga distancia valiosa. La mujer Capricornio es el «ser querido» por excelencia: cuando se la mira a los ojos resulta claro que no es alguien con la que se pueda jugar. En las relaciones lésbicas, tiende a ser menos pesada.

Cuerpo y alma

La mujer Capricornio parece la más intocable de todas las del zodíaco, poco en ella sugiere interés en atraer la atención o el afecto del sexo opuesto. La regencia conservadora de Saturno sobre la chica cabra determina que se centre en sí misma, en el cultivo de sus recursos privados internos, más que en cualquier preocupación externa por o en respuesta a los demás. La Capricornio, cualquier cosa menos fanfarrona, es una elegante criatura de tierra cuya preocupación principal es su propia satisfacción, que logra intrínsecamente a través de una proliferación constante de auto~stima. Como no le gusta que se le acerque nadie por algo que ella pueda juzgar superficial -las insinuaciones sexuales suelen entrar en esta categoría-, tal vez reste importancia a su extraordinaria guapura con ropa discreta, o incluso decididamente nada sexy de tonos oscuros -el negro no sólo es su color favorito sino también el asociado a su signo-, con el propósito de llamar la atención lo menos posible. El cabello echado hacia atrás yesos famosos ojos grandes, oscuros y almendrados, a menudo escondidos debajo de unas gafas de estudiosa, con una notable tendencia a la miopía, le dan a nuestra dama Capricornio un aire de bibliotecaria. Como ese personaje de tantos libros y películas, la Capricornio de la vida real parece estar esperando, por no decir muerta de ganas, perder esas gafas, soltarse el moño y desrnelenarse. Pero prefiere caer en la cuenta de todo su potencial sexual poco a poco y florecer en su momento, en lugar de estallar de repente y acabar por atraer experiencias que sólo son flor de un día. No le entusiasma la idea de que se la liguen, por lo que se mantiene al margen de la interacción social, a veces hasta tal extremo en sus esfuerzos por parecer una zona prohibida que acaba por desfeminizar su imagen. Una lista de mujeres famosas Capricornio -que incluye entre otras a Diane Keaton, Maureen Dowd, Patti Smith, Sissy Spacek, Marlene Dietrich, Annie Lennox, Diane Sawyer, Juana de Arco, y la acertadamente llamada Marianne Faithfull (efiel», en inglés)- revela un grupo de bellezas austeras que prefieren masculinizarse un poco con pantalones sastre, trajes e incluso alguna rara corbata. La Capricornio modélica Mary Tyler Moore llegó incluso hasta el punto de luchar contra los ejecutivos de una cadena de televisión en la década de 1960 por su derecho a usar sus típicos pantalones en El show de Dick Van Dyke.
A un nivel más profundo, la mujer Capricornio es algo serio, no una mera muñeca que tolere que jueguen con ella. Como seguro contra esos avances, cultiva una personalidad firme, a veces severa e intimidatoria, que mantiene a ligones y aduladores a raya. En realidad, parece la inventora de la actitud distante: su conducta por defecto es evitar que la gente se acerque demasiado física, emocionalmente o como sea. El varón Capricornio podría considerarse un VIP de algún circulo de su propia invención, pero la mujer del signo es, en sí misma, todo un club exclusivo que no acepta solicitudes nuevas para asociarse. Sólo sus familiares y amigos más íntimos, un círculo diminuto de seres queridos, son los que disfrutan de sus muestras de afecto altamente selectivas. En su apogeo, es la personificación de la autocontención, la encarnación viviente del arquetipo de la diosa protectora. Ante todo, se preocupa de su propia supervivencia económica y espiritual.
En una habitación llena de gente, la Capricornio se instala en la periferia; metida en algún rincón cómodo, en un puesto ventajoso desde el que observar a los demás, a veces durante horas, y donde puede evitar precavidamente la presión de la gente. Cuando alguien se le acerca, aunque sea de la manera más inofensiva, su reflejo inmediato es retroceder, a menudo retrayendo, literalmente, su noble barbilla e inclinándose hacia atrás. Con expresión en blanco se limita a responder deprisa con monosílabos a cualquier cosa que le digan y evita establecer contacto visual con la esperanza de cortar de raíz cualquier tipo de interacción innecesaria. La cabra es especialmente suspicaz con los cumplidos (aunque suelen emocionada en secreto), porque desconfía de que los comentarios sean el trampolín de una insinuación hecha y derecha. Ante las conversaciones superficiales de cualquier tipo, se da media vuelta y se larga enseguida con una excusa sucinta aunque siempre educada. A decir de todos, es un hueso duro de roer ... y además lo parece. Es alta, de aspecto aristocrático, tan recta de porte como de convicción moral. No puede evitar tener un aire altivo. Mantiene la cabeza erguida sobre un cuello largo y fino, literalmente mira por debajo de su nariz prominente. Los ojos exóticos están siempre vigilantes, dispuestos a disparar en defensa propia, debajo de unas cejas arqueadas con recelo y una frente con forma de cúpula que se caracteriza por el nacimiento alto del cuero cabelludo, cosa que la predispone a esos típicos peinados severos con el cabello hacia atrás y recogido. Aunque posee unos pómulos fuertes, tienden a pasar desapercibidos ya que las mejillas son más robustas que hundidas, la mandíbula decidida y la barbilla atrevida, todo en proporción. Posee una nariz notoriamente respingona, aunque carnosa y nunca con forma de aguja, y un espacio muy amplio entre ésta y los labios, que son llenos y sensuales, pero a menudo fruncidos con expresión ausente o algún tipo de mueca u otra que en general tiende al desdén. Quizá como un guiño a la asociación capricorniana con la resistencia a la adversidad, la muchacha cabra a menudo exhibe pruebas físicas de la recuperación rnerafórica de su signo, como cicatrices, por lo general en la cara. Se trata de un recordatorio visible de que ha tenido que vérselas con dificultades en la vida, emocionales o de otro tipo.
Hay una forma segura de penetrar sus defensas: embarcarse en una conversación que revele inmediatamente inteligencia y, sobre todo, perspicacia. Le gusta contestar con comentarios igualmente sagaces y también está dispuesta a considerar con detenimiento las ideas del otro. Es posible que a partir de ese momento uno vea un cambio súbito en su rostro, a medida que la cautela se transforma en concentración caprichosa: frunce el entrecejo y los ojos, asiente con la cabeza, y chasquea la lengua en señal de acuerdo cuando algo que tiene que ver con la crítica social entra en el discurso. Capricornio es una observadora aguda, una eterna y atenta estudiante de la vida, y aprecia esa cualidad en los demás. En su niñez, lo que en buena medida le granjeó cierta mirada de burla de sus compañeros, era la que se sentaba delante y en el centro de la clase, con los lápices todos con punta y atenta a cada palabra del maestro. A medida que Capricornio madura, sigue definiéndola cierto aire de estudiosa. A cierta altura, es algo que puede entrar en conflicto con los impulsos creativos que pueda poseer, aquellos que necesitan una forma de expresión libre. La seriedad, la estructura y la erudición están todas mezcladas en una montaña sólida de determinación que.define la lucha esencial de la chica cabra: cómo y cuándo abandonar esa reserva típica, y dejar espacio para la espontaneidad y la intuición. O, cuando se trata de una aventura sexual, cómo pasar de la altanería a la guarrería: una transición que le resulta especialmente difícil.
La circunspección que la caracteriza puede atribuirse en parte a la asociación del signo con el grupo de edad comprendido entre los sesenta y tres y los setenta años, que también explica bastante su estilo conservador y austero, y su amor por el negro funerario, gafas de abuelita, pendientes con cruces y otros talismanes religiosos. De la misma forma, suele volverse canosa muy pronto, lo cual, combinado con su piel de alabastro, de joven la hacen parecer mayor de lo que es. Las mujeres Capricornio más morenas, también tienden a ser más claras y a tener un cutis más de porcelana que otras mujeres de su familia. Pero a medida que madura, sucede lo contrario y empieza a parecer cada vez más joven. A medida que pasan los años, su aspecto se altera muy poco y, como una montaña, se transforma en el símbolo de la autoconservación. Cuando se trata de ejercicio, las disciplinas relacionadas con la meditación, como los estiramientos, el yoga, el Pilates o la danza, formas todas ellas que exigen la proverbial conexión cuerpo-mente-espíritu, son las que más le atraen: además, teniendo en cuenta las articulaciones regidas por su signo y especialmente esas rodillas frágiles, a la anciana del zodíaco no le van muy bien las actividades muy energéticas. El yoga se adapta especialmente bien a la durmiente de la astrología, ya que se tiende a dominarlo sólo con el tiempo.

Capricornio parece cualquier cosa menos deportiva en el sentido tradicional. Una figura explícitamente llena de curvas impide cualquier cualidad aerodinámica en sus movimientos, así como una estructura ósea densa y muchas veces pesada. Aunque de hombros delicados, con brazos largos y delgados, la cabra suele poseer pechos rotundos, los cuernos duales de la abundancia, y, en general, una cintura estrecha que da lugar a caderas amplias que crean unas curvas anatómicas muy cerradas. Se podría decir que parece un Modigliani: con un talle exageradamente largo, aunque raramente zanquilarga. Y aunque le gusta exhibir sus delicados antebrazos, muñecas, pantorrillas y tobillos, tiende a ocultar sus muslos, más sólidos, y el generoso trasero. De igual forma, la entrepierna es recatada y discreta, cubierta por una mata rala de vello fino, cuyos pliegues más íntimos no son en absoluto protuberantes, mientras que el clítoris es pronunciado y se encuentra con facilidad. A pesar de cualquier intento externo de androginia, la ultrafeminidad de la mujer Capricornio desnuda es indiscutible. De hecho, es monumental. Sin embargo, hay que tener arte para hacer que esta figura icónica de mujer baje la guardia y, sencillamente, salte a la cama.

El hombre Capricornio

El hombre Capricornio es el sofisticado consumado del zodiaco. Se trata de un anacrónico de primer orden, una anomalía que vive y respira y que, aunque existe en un mundo completamente moderno, evita todas las cosas nuevas y la cultura imperan te. Como un monarca depuesto, tiene modales majestuosos y señoriales al mismo tiempo que una actitud de hastío, nostalgia y desaliento perpetuos. No hay nada que lo impresione ni lo excite, su protocolo personal es mantenerse sereno y distante en cualquier circunstancia, encarnando una sensación final de tranquilidad que es su permanente razón de ser. Una irónica amalgama entre sensibilidad muy, y muy poco, intelectual, Capricornio es, a la vez, un epicúreo autodidacta y un bromista travieso, un sibarita auténtico que antepone en la vida la búsqueda del placer y la diversión, y una persona absolutamente de bien que no teme al trabajo duro. Para él, la vida es un auténtico banquete, y está en primera línea ante la mesa del bufé sin necesidad de luchar o anhelar nada porque, según sus criterios, el algo sólo trae conflictos. Cuando se trata de amor, le atraen las mujeres con los valores de la vieja guardia, cuando no con sólidas inversiones de toda la vida, con las que pueda compartir un estilo de vida tradicional: él en la primera línea de fuego y ella apoyándolo alegremente y brindándole una vida hogareña estable y funcional. Por muy arcaico que suene, Capricornio es una especie de reliquia en lo tocante' a las relaciones: su pareja perfecta es una esposa muy señora que comparta sus criterios tradicionales sobre la familia y que no cuestione su autonomía. En los vínculos homosexuales, el hombre cabra se siente atraído por personajes cándidos y pastoriles, chicos de campo sanos y vaqueros inocentes, a los que quiere introducir e su estilo de dandy desencantado.

Cuerpo y alma

El hombre Capricornio es, con diferencia, el personaje masculino más afectado de la rueda astrológica. Y aunque esta afirmación pueda sonar despectiva, no lo es. Porque el muchacho cabra se da unos aires tan encantadores y empieza desde tan joven que, cuando llega a los veinte, sus famosas poses están incorporadas a su psique que lo que en cualquier otro se vería como una actitud pretenciosa, en él surge con toda naturalidad. Tal vez como una manifestación del grupo de edad asociado a su signo, de los sesenta y tres a los setenta años, la excentricidad pasada de moda de Capricornio está increíblemente bien representada en su típico estilo de vestir: clásico y de una informalidad muy similar a la que podría haber tenido su abuelo hace cincuenta años. En efecto, dada la regencia de su signo sobre la Décima Casa de la «tradición», si alguien va a aparecer en alguna parte con pantalones de cuadros, un cárdigan y hasta un pañuelo al cuello, es nuestro Capricornio de época. Ya en su juventud hay algo en su atuendo que da la sensación de alguien recién jubilado, como si se vistiera con la identidad de una persona que se ha ganado su derecho a retirarse y relajarse. Irradia indiferencia por cada poro de su físico fuerte y esbelto, siempre tranquilo, cuando no abúlico, mientras se apoltrona en algún sofá o se apoya contra una pared. Tanto en actitud física como en su discurso, Capricornio comunica que vive el momento, a veces hasta el ridículo. Y el sentido de cada palabra que utiliza da idea de su tendencia inherente a «refugiarse», especialmente en el pasado.

El mundo, tal como él lo ve, está en decadencia, y lo pone de manifiesto no sólo en su estilo de vestir y sus modales, sino en su afición por las reliquias doradas de eras olvidadas, ya sean coches de época, ciudades antiguas, acontecimientos sociales venerables o en su encanto y trato con los demás chapado a la antigua. Cuando participa en alguna reunión social, parece el individuo más gallardo y bien plantado que uno ha visto en su vida. Aunque no sea terriblemente alto, lo parece, porque sus proporciones perfectas lo convierten en el famoso perchero que es. Aunque va de punta en blanco, pero con un toque de indiferencia, con sus colores típicos, gris, pizarra, gris marengo y plateado, siempre lleva alguna floritura: un corte de pelo moderno, una corbata pastel, una clara ausencia de calcetines, un reloj antiguo elegante, el típico sello en el meñique, o, el colmo que lo delata: ese pañuelo al cuello. Con un martini, un manhattan, o cualquier antigualla de trago en la mano, es difícil pasar por alto a este espectacular personaje en una fiesta, mientras habla con ese tono de voz de susurro meloso y una dicción perfecta, en general puro cuento. Pero no vayamos a creer que es una víctima de la pretensión, un adulador o un lameculos trepador que siempre dice sí. El hombre Capricornio no pretende impresionar, y menos en el terreno profesional. Vive la vida como si estuviera en un crucero largo y con lánguido rumbo a la tocaya isla de Capri. En su comportamiento no hay nada ni ligeramente ansioso o agobiado. Y tenga la pasta que tenga, es un caballero a la horade gastar, porque siente, en virtud de la influencia de Saturno, que no tiene nada que perder.
Basta con decir que el varón Capricornio prefiere socializar con un grupito exclusivo a pequeña escala incluso en medio de una reunión enorme. Se escabulle con esa gracia a algún rincón tranquilo y se extiende a sus anchas con sus famosos sermones irónicos y letanías de fondo sobre todo lo cultural que hay bajo el sol, o mejor dicho, que había hace veinte años. Es más que probable que no hable de ningún acontecimiento actual, lo esencial de sus historias, por lo general, se centra en alguna cosa del tiempo de Maricastaña, con una moraleja que siempre gira en torno al tema principal de la nostalgia y un colofón del tipo «era la época en que... ». Se ocupará de hacemos notar que lo «ha visto todo», y sobre lo que no sepa -las cosas nuevas- fingirá tratando de llevar la conversación hacia territorios más conocidos: lo antiguo. Dios nos libre de que no se le haga caso; para el puntilloso del zodíaco, eso significaría una pérdida de las obligaciones culturales y la debida amabilidad. Capricornio siempre está dispuesto a hacernos sentir al resto maravillosamente integrados a un único tejido social: por esa razón los arribistas descarados del planeta reciben su apoyo. Por ejemplo, enseña que la gente no debería trabajar tanto para trepar, cambiar las cosas o demostrar su valía en la vida de cualquier otra manera. Más bien personifica la sensación de haber caído cómodamente allí donde está y aceptar las cosas tal como son, incluso en los momentos malos. Aunque tiene algo de marginal, especialmente cuando funciona por su cuenta, también es un ser de lo más gregario cuando está en compañía de otros. Tiene sus guaridas favoritas -bares muy trillados o restaurantes pasados de moda adonde invita a una serie rotativa de amigos y conocidos, y prefiere jugar de local y que lo atiendan caras conocidas, que lo reciban con suficientes, aunque nunca demasiados, aspavientos.
El varón cabra, la persona perfecta para esos lugares antiguos que le gustan, encarna el atractivo clásico y su aspecto recuerda a los galanes de las funciones vespertinas de antaño. El actor Capricornio, por ejemplo, se distingue por ser un caballero osado, henchido de elegancia, pero a menudo con una sensibilidad excéntrica y poco corriente que, si bien no se nota en su personaje público, queda de manifiesto en su vida privada no tan prístina. Cary Grant, Danny Kaye, Anthony Hopkins, Mel Gibson, Ted Danson, Denzel Washington, Jude Law, Jared Leto, Jim Carrey, Andy Kaufman, Elvis Presley, Ricky Martin, David Bowie y Rod Stewart son sólo algunos de los personajes de mentón hendido y psicología compleja de este signo. Famoso por su exhibición de estilo y sofisticación, Capricornio parece un ser atávico; hasta su agilidad física sugiere que jamás se ha acercado a una de esas máquinas modernas de gimnasio. Suele estar en forma por naturaleza y se mantiene esbelto por medio de deportes corrientes, como correr, nadar, la cinta para andar o la obligada visita de tarde a la pista de tenis. Suele ser más alto y delgado que la mayor parte de los hombres, ligeramente encorvado y de hombros cuadrados pero finos, debajo de los cuales se curva un poco la columna, como si los encogiera en un gesto de permanente resignación. En efecto, el hombre Capricornio no suelta casi ningún suspiro audible en una conversación, como si estuviera resignado a darse por vencido ante el mundo enloquecido y prefiriera dejar que las cosas salieran como salgan. Irónicamente, a pesar de ser un personaje tolerante, también es bastante impositivo, ya que esa despreocupación le otorga una confianza sólida y una presencia viva y cómoda. Como reflejo fisico de ese espíritu sanguíneo, este sofisticado irónico tiene una talla importante e inamovible, los huesos grandes y fuertes -el esqueleto está gobernado por el signo-, por no mencionar sus meteduras de pata, que también son importantes. De hecho, todas las extremidades del Capricornio, incluidos las manos y los pies, son largas, anchas y con las venas muy marcadas.
Este hombre es una mezcla seductora de belleza aniñada y rudeza curtida y preocupada. Aunque tenga un cutis suave como el de un bebé, puede que la frente esté surcada de arrugas desde muy joven y tenga unas líneas nasales muy marcadas. También suele tener atractivos lunares en el rostro y barba muy tupida. De ojos separados, por lo general oscuros y oblongos, con pestañas largas y lustrosas. La nariz parece un poco achatada; la boca es amplia, carnosa, de labios de color rosa oscuro, húmedos como los de un niño, con dientes débiles y blancuzcos a los que suele ponerles fundas. Como si estuviera marcado por, la pezuña de alguna deidad caprina mitológica, suele tener la famosa barbilla partida, lo que le hace acreedor al título de dios caprino Pan. También como Pan, puede ser muy peludo de cuerpo. A pesar de esa estructura pesada tiene huesos alargados. En comparación con el torso esbelto, las piernas pueden dar la impresión de cortas, lo que le confiere un centro de gravedad bajo y un contoneo en el andar acentuado por la cintura y las nalgas arqueadas. Aunque las piernas son delgadas y están cubiertas por un vello denso y duro, los tobillos parecen gruesos y fuertes, ocultando esa tendencia de todos los Capricornio a lesionarse las articulaciones, regidas también por el signo. En general, su físico da imagen de dinamismo, vigor y seducción, que cierta rigidez de movimientos lo salva de parecer demasiado adolescente. El pecho puede ser un poco cóncavo, con pezones insignificantes y una tripa plana, aunque no siempre sólida, cubierta por una mata de vello que se extiende hasta el pubis. El paquete tiende a ser flojo y blando, y presume de un falo bastante carnoso, así como de unos cojones que cuelgan bajo, signo de la sensación de calma inherente en los machos de todo el reino animal, así como otro síntoma claro de la asociación del signo con la decadencia del grupo de edad de los sesenta y tres a los setenta años. Los Capricornio, por lo tanto, encanecen antes que la mayoría de los hombres del zodíaco: las sienes plateadas le dan ese aire típico de sofisticación, muchas veces cuando apenas es un veinteañero. A fin de cuentas, es a través de esa figura mundana y erudita que Capricornio espera' interesar a las personas por las que se siente afectiva y sexualmente atraído.

viernes, 8 de octubre de 2010

ASPECTOS DE JUPITER Y URANO


Extracto del libro "Los aspectos astrologicos" de Charles Carter


Los aspectos armónicos

Esta es una combinación de originalidad, descubrimiento, maestría y liderazgo. En los esquemas de personas comunes puede, hasta cierto punto, ser una nota sin resonancia o actuar de manera limitada más de forma externa que psicológica; pero a menudo se halla en los mapas de personas famosas y destacadas.
Es, por regla general, fuerte, magnética e inconvencional,
y al mismo tiempo destructiva y constructiva, terca, decidida, y vigorosa en la acción. Es comparativamente inusual en los mapas de quienes vivieron sosegadamente (como Isaac Newton), mas cuando el ascendente muestra una inclinación como ésta, la visión mental puede aun ser positiva y decidida. Newton tenía Libra ascendente, que inclina a la quietud, pero los astrólogos recuerdan su firme réplica a quien ridiculizó su creencia en la Astrología: "Yo estudié la materia; usted no".

Hay mucho amor por la libertad personal y mucho respeto por los valores del individuo; las simpatías son generalmente cálidas pero no sentimentales, y el lado práctico se halla bien desarrollado. Es capaz de grandes esfuerzos y sacrificios por cualquier causa que abrace. A menudo hay capacidad como para
hacer surgir el entusiasmo en los demás
y asumir una actitud dramática, de modo que nos encontramos con mucha popularidad e incluso el nativo puede llegar a ser algo así como un héroe popular. Por regla general no falta sentido común, aunque bajo las aflicciones de otros cuerpos puede existir' algo de fanatismo.

Como es el caso de todos los contactos entre los planetas de lento desplazamiento (Júpiter, Saturno, Urano y Neptuno), debemos recordar que un aspecto como éste, durando, como lo hace, varios días, debe ser común a gran número de mapas y. por lo tanto no puede indicar en sí mismo algo muy destacado. Pero si las configuraciones más efímeras (tales como las referentes a las casas y a los aspectos lunares) son fuertes, entonces esto puede a menudo añadir el toque del genio verdadero.

La conjunción

Es probable que esta posición, potencialmente muy poderosa, no sea fácil de manifestarse en una persona común, a no ser por medio de inquietud, resentimiento y disgusto por la restricción. Es ingeniosa y discutidora.

Tiene tendencia claramente reformadora y, a menudo, puede indicar creencias religiosas peculiares u "ocultas", fervor religioso, socialismo, u otros hábitos no convencionales del pensamiento; a medida que se tornan más comunes, es posible que el nativo avance más y procure tomar la delantera sobre los demás. Se presenta a veces en los mapas de personas que triunfaron en rumbos convencionales aunque esa tendencia es raramente común, pues es demasiado nómade, independiente, y turbulenta como para seguir caminos trillados. Se
mueve por sí o, a menudo, actúa como líder, y parece un maestro entre bambalinas, desempeñando el rol de alcalde de palacio para un espiritual monarca merovingio. H
. P. Blavatsky y sus "Maestros" son un caso ilustrativo, aunque lo mismo se advirtió en otros ejemplos.

Tiende vigorosamente hacia lo inusual y anormal, no sólo con respecto a sus intereses intelectuales, sino también en un sentido físico. Por ejemplo, tenemos a Bilcher, el niño regordete, que tenía la conjunción en cuadratura con las Luminarias, y al hombre que, nacido casi al mismo tiempo que Bilcher, era excepcionalmente alto y asimismo excepcional en otros aspectos

Los aspectos inarmónicos

Aquí la inquietud de la conjunción se presenta de manera más aguda, y hallamos ejemplos tales como los exploradores Sven Hedin y Burton. Entre los astrólogos, el extinto "Sepharial" fue ejemplo de la misma tendencia activa, fértil y exploradora en lo mental. El nativo es esencialmente un investigador y crítico
de cosas aceptadas. También podemos acudir al ejemplo de Ana Besant y Hahnernann, el homeópata. Puede existir
un rígido punto de vista racionalista, o una inflexible y obstinada actitud religiosa en lo mental, ejemplificada por Jaime II, que perdió su trono porque insistió en convertir a sus súbditos al catolicismo. A veces hay tendencias supersticiosas. En cualquiera de los casos es posible que la persona marche contra las opiniones religiosas que prevalecen en su derredor, o que sea piadoso entre los impíos, o que se burle de la religión entre los creyentes.

La tendencia, a menos que Saturno se destaque, es la discontinuidad, la mutación y las explosiones de efímero entusiasmo.

En la vida corriente es posible que produzca un nativo independiente, franco, y terco como para prosperar en sus relaciones con los demás; a veces hay deliberada brusquedad y rudeza en el hablar. Tiende a ser una persona aislada y. aunque puede tener suficiente capacidad -incluso excepcional- para asegurarse un pasar, es posible que no sea el favorito de sus superiores.
A veces es un gruñón
y un descontento, listo para atacar las pretendidas fallas de los demás, en especial si Marte se destaca; esta propensión parece particularmente excitarse con facilidad para atacar los defectos de Júpiter, tales como el orgullo y la hipocresía. Por lo común hay suficiente grado de confianza en
uno mismo,
y en algunos casos de auto estimación y egoísmo excesivos (Napoleón 1).

Ejemplos

Armónicos: Newton, Alan Leo, Mussolini, Gandhi, Grant, Savonarola, Joseph Smith (Mormóu), Zola, Stead, Lutero, Reina Victoria, Reina María, General Wolseley, señora Eddy, Lord Rosebery, Swedenborg, A. P. Sinnett y Anna Kingsíord.

La Conjunción: H. P. Blavatsky, Lady Burton, Presidente Garfíeld, Emperador Federico III, Imre Kiralfy, Lord Landsdowne, William Whiteley, Stalin y Fidel Castro.

Inarnumicos: Mary Pickford, Conde de Arundel, E. Dawson Rogers (espiritista), Napoleón, Ana Besant y Stalin.